jueves, 24 de octubre de 2013

La falta de ética profesional y el derecho a un proceso con todas las garantías


Trae causa de: en un proceso penal se me ha dado la desagradable situación de que el abogado de la acusación particular ha difundido el auto de procesamiento de nuestro cliente. 

Yo soy una soñadora y no tengo intención de llegar lejos, sólo espero hacer las cosas lo mejor posible. Creo firmemente en la Justicia y en que el proceso es la herramienta que nos acerca a ella. Partimos de la base de que somos humanos y como tales, la Justicia Divina nos está vedada, pero sí que tenemos derecho a algo parecido, aunque sea la sombra que refleja la llama en la cueva.

Ante una denuncia se incoan las diligencias correspondientes (Sumario en este caso) y de lo ocurrido tenemos distintas versiones: la de quien denuncia, la de quien se defiende y la de todos aquellos que revoloteaban alrededor del denunciante y el denunciado. No hay verdades absolutas y muchas veces nadie miente.

Todo ello nos lleva de nuevo al proceso: mis notas no permitirían apreciarlo, pero para mí todo cobró sentido cuando llegué a cuarto de Carrera y comenzamos con Derecho Procesal. Me pareció una burbuja dentro del Derecho, un oasis en el que las cosas tenían siempre sentido. El proceso no puede garantizar una resolución justa, porque es una persona quien aplica el Derecho al caso concreto, pero sí reviste toda la actuación de las garantías necesarias para la consecución de esa finalidad última.

No es por mis estudios jurídicos, pues lo he sentido así desde muy niña, pero entiendo que de entre todos los derechos fundamentales, el de la tutela judicial efectiva sea quizá el más importante en un Estado de Derecho. La Constitución puede proclamar la igualdad, el derecho a la vida y a la integridad física y moral, a libertad ideológica y religiosa, al honor y a la intimidad, a la libertad de expresión, de reunión y de asociación, pero sólo el Poder Judicial adquiere el compromiso de hacer de esas palabras una realidad.

Los Juzgados y Tribunales de nuestro país paren cada día resoluciones injustas, pero incluso para depurar ese hecho incontrovertido está el proceso. "Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que en ningún caso, pueda producirse indefensión", y sólo a través de un proceso con todas las garantías es posible.

Y volvemos a mi realidad, una en la que algo tan simple y tan importante como que las actuaciones de la instrucción son secretas es obviado por un profesional que debería velar por el mantenimiento de tan básico y elemental derecho: el de un proceso justo. No me parece jugar sucio, me parece un comportamiento deleznable. ¿Cómo acudir a una vista en la que todos los testigos han tenido acceso a través del Auto de Procesamiento a la versión de los demás? Este hecho supone una contaminación tal que debería hacer inadmisible la acusación, máxime cuando la filtración se ha producido por parte de la Acusación Particular. Y no exagero, porque estamos hablando de otro derecho fundamental: el derecho a la libertad. 

Y abro el periódico y me doy cuenta de que la noticia del procesamiento de nuestro cliente no es la única, hay datos concretos de un sinfín de procedimientos que se están instruyendo y me pregunto porqué este atropello a los derechos fundamentales de tantas personas no tiene una respuesta. 

Conclusiónestoy convencida de que mi cliente es inocente, pero aunque no fuera el caso, su culpabilidad sólo debería poder determinarse a través de un proceso con todas las garantías, una de las cuales es que las actuaciones en la instrucción son secretas, pues no hay otra forma de evitar la contaminación.